El año 2000 deja un sabor agridulce

MAPI DEL ROSARIO

Las Palmas de Gran Canaria

Los deseos de prosperidad que suelen repartirse en esta época del año no parecen haber tenido un reflejo directo en el sector turístico canario. Navidades tristes sería quizás el adjetivo que mejor sirve para calificar la situación actual de la principal actividad económica de la región. Y lo peor es que las previsiones para el 2001 que acaba de comenzar no son mucho mejores, aunque todos los agentes consultados por este periódico confían en equivocarse y que el nuevo siglo traiga la deseada recuperación de la primera industria del Archipiélago.

Las informaciones recabadas por CANARIAS7 en diversas fuentes poco antes de acabar el año 2000, el Gobierno autónomo con la Consejería de Turismo al frente, las patronales turísticas, el Cabildo a través del Patronato de Gran Canaria, y destacados empresarios del sector a título personal, son en general contradictorias, aunque abunda el pesimismo sobre el optimismo.

Otra palabra que, turísticamente hablando, puede muy bien definir el presente y el futuro inmediato, es la de incertidumbre. En general nadie se atreve a predecir a ciencia cierta qué es lo que va a pasar este año. «Es imposible planificar cuando las transacciones son cada vez más rápidas, y cuando los clientes apuran hasta el último momento para programar sus vacaciones; en esta tesitura, todo es pura especulación y podemos pasar con la misma rapidez de la alegría a la tristeza, tal y como está ocurriendo en este final de año», señaló antes que concluyera el 2000 el presidente de la Asociación de Industriales Hoteleros de Las Palmas, Pablo Barbero.

Tampoco el presidente de la patronal turística de esta provincia, Fernando Fraile, fue muy optimista al referir las previsiones de los empresarios para el 2001. En su opinión, este nuevo año «en principio no se presenta nada bien». Las razones por él aducidas son varias. «En primer lugar la oferta alojativa ha crecido mucho, con lo que para los mismos mercados y en el mismo destino hay una competencia mucho más fuerte, y además muy cualificada; sin embargo, paralelamente el presupuesto y el gasto en promociones no ha crecido nada, pese a la relación tan estrecha y directa que tiene con las ventas, y no es que yo quiera echar todas las culpas a la Administración, pero no es lo mismo vender 250.000 camas que 400.000, y en este sentido hay que adaptarse a la nueva situación, donde deben mejorar, y mucho, las redes de distribución y la estructura comercial».

Para Fraile, «la situación que se avecina es cuando menos preocupante, máxime cuando hay una verdadera crisis de venta.

El fuerte proceso de adaptación que el presidente de los empresarios turísticos asegura que está viviendo el sector se refleja básicamente en el aumento del número de camas. «Hay que decirlo porque es así; ahora mismo en Canarias en general y en la provincia de Las Palmas en particular sobran camas, aunque con ello no quiero decir en absoluto que esté a favor de una moratoria turística, porque no se puede ser tan simplista. Lo que sí hace falta es aplicar un conjunto de medidas, diversas, que consigan mantener el negocio en condiciones óptimas y de supervivencia del propio sector».

Fernando Fraile aseguró por último que «para estas navidades los hoteles de Gran Canaria y Fuerteventura en general están semivacíos, algunos con una limitadísima ocupación del 25%, que en el mejor de los casos no llega al 80%. Ello se debe en parte en que al haber más camas hay que repartir el pastel entre más, pero también a que han disminuido los spots y por tanto el número de vuelos de otros años, lo que significa que aunque la demanda aumentase desproporcionadamente no podríamos llenar esas camas porque los turistas no tendrían cómo venir».

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