Contra la xenofobia y el racismo

Francisco González Vega

Toda vestida de blanco,
almidonada y compuesta,
en un silencio sin lágrimas
lloraba la niña negra.

En un reciente pleno del Ayto. de Ingenio, se discutía por un pegote de hormigón. El público: división entre defensores y detractores. Se había alentado el desprecio. Había tensión, pero la sangre no llegaba a la playa.

Una niña negra levantó sus brazos con un folio que decía DIQUES NO, como todos los que, en aquel acto, protestábamos contra el hormigón.    Entonces, desde el bando opuesto, unas señoras(?) le gritaron:

 - "Esa negra no es del Burrero, ¿qué es lo que hace aquí?
 - "Eso, si no le gusta el dique, que se vuelva a África".

Y algunas lindezas más por el estilo.

Una de ellas, de nombre Leonor, prima del alcalde, otra, de nombre María Jesús, ex concejala, y (aunque esposa de un ex sacerdote) muy poco convencida de que todos somos iguales a los ojos de Dios. A su alrededor, algunas ancianas parientes de los concejales gobernantes reían y aplaudían la valentía de los comentarios.

Podría escribir para criticar a los defensores del dique, sus empujones, sus provocaciones, y sus insultos. Podría escribir para criticar al partido que dispone de tan singular apoyo social. Pero no. Este asunto me parece mucho más grave. El racismo me duele más que mi playa destruida, que las corruptelas políticas, y que los partidos, sean del color que sean.

Nada me insulta más que la intolerancia, la xenofobia, la obcecación, la ignorancia, el sectarismo, la intransigencia,... Nada me indigna más que vivir en un mundo plagado de todo esto. Nada daña más mi integridad que ser testigo del intento de humillación hacia los más débiles.

 Cada vez que se produce un hecho como el descrito, no se está atentando contra los negros, contra los gitanos, contra los árabes,... Se está atentando contra la dignidad de la raza humana. Por esto me disgusta tanto. Además, si es en mi pueblo, en mi propio Ayuntamiento, y delante de mis narices...

 Nunca más.

 

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