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El Burrero exige dimisión

Hace ya casi 7 años que se puso en marcha la maquinaria de la destrucción en la playa de El Burrero y se empezaba a consumar otro atentado ecológico más en la historia de Canarias.

Al mismo tiempo, muchas personas iniciamos en el Comité Peligra El Burrero una campaña para intentar parar lo que considerábamos en ese momento el mayor desastre ecológico, cultural y sentimental sobre la costa de nuestro municipio. Presentamos denuncias y alegaciones, convocamos asambleas y manifestaciones, entregamos informes técnicos que desaconsejaban la obra, pero no se nos tuvo en cuenta.

La obra finalizó y con ella se enterraron muchas alegrías, muchos sueños y mucha vida.

Estaba en juego una serie de intereses ocultos propiciados por el grupo de gobierno del PSOE, con el apoyo y la connivencia de los partidos de la oposición, PP y Coalición Canaria. Para contrarrestar el apoyo que el Comité Peligra El Burrero iba consiguiendo con sus ideas, el PSOE y sus responsables mentían, nos insultaban en los medios de comunicación y hasta nos denunciaban en los Juzgados.

Hoy, la playa de El Burrero presenta un escenario más que desolador. Se parece más al día después de caer una bomba nuclear que a un espacio para el disfrute. Muchas personas han tenido que vender o alquilar sus casas para emigrar hacia otras playas de la Isla (especialmente Arinaga). Las que se han quedado han tenido como atuendo añadido una escoba o han tenido que comer sus ensaladas con arena como condimento obligado.

Hace unos meses, después de muchas luchas y muchas lágrimas derramadas, se ha alcanzado un consenso por parte de todos los partidos políticos del ayuntamiento para intentar recuperar el uso y disfrute en la playa. Entre los acuerdos están la retirada de la arena y sustitución por callaos, la eliminación total del Dique Sur, la eliminación de los aspectos negativos y de impacto visual del Dique Norte, el acondicionamiento del Charco del Cura y sus alrededores; la actuación en la desembocadura del barranco de los Aromeros y la reforma de la base de la Avenida Marítima.

Esta nueva obra costará unos 300 millones de pesetas que sumados a los 500 de la anterior nos da la friolera cantidad de 800 millones de pesetas, para dejarnos sólo al final un horrible dique de hormigón junto al Roque Utigrande. Y aquí se queda todo el mundo tan pancho y nadie asume su responsabilidad.

Por muchísimo menos, muchos ciudadanos de a pie hubieran ido a la cárcel. Pero aquí nadie dimite, ni el alcalde Juan J. Espino, ni concejales de su partido; claro, en esta sociedad no está de moda el que los responsables políticos asuman su culpa. Sólo los vecinos y usuarios de la playa han tenido que soportar este desaguisado, años sin disfrutar de sus merecidas vacaciones y aguantando todas las inclemencias que la obra les ha dejado.

Ahora ya sólo deseo que las actuaciones que emanan de los acuerdos alcanzados no caigan en saco roto y podamos ver que la playa de El Burrero recupera lentamente su anterior fisonomía ante la mirada plausible del Roque, a los niños jugar en el Charco del Cura y a nuestros padres y abuelos hacer su sopita y pan.

Igualmente espero que el promocionado posible sustituto y alcaldable del PSOE no utilice los medios de comunicación locales para hacerse la foto en la nueva playa con una placa diciendo yo fui el primero que empecé a hacer las pintadas en contra de los diques. Por último, me gustaría ver que la ética pueda dignificar la figura del alcalde del municipio don Juan José Espino del Toro (y/o sus compañeros de partido) y cuando se marche exprese que una de las razones para dimitir haya sido el haber permitido el mayor atentado ecológico, cultural y sentimental en la playa de El Burrero. Hasta entonces, los/as vecinos/as estaremos esperando su rectificación y sus disculpas.

Andrés Ramírez Santana. Ingenio (Gran Canaria).

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