Ataque a las zonas de distensión de las FARC

Isaac Bigio. Profesor e investigador de la London School of Economics and Political Sciences

El 20 de febrero el gobierno colombiano decidió romper toda negociación con las FARC e invadir la zona de distensión que 3 años atrás les había alocado. La gota que habría copado el vaso fue el secuestro de un avión donde estaba Jorge Gechem Turbay, senador del opositor partido liberal. Con esta nueva acción cambia radicalmente el escenario colombiano donde el proceso de paz va siendo reemplazado por el nuevo giro hacia la confrontación armada anti-terrorista que viene propiciando la Casa Blanca a nivel global.
El 7 de agosto de 1998 el conservador Andrés Pastrana llegó a la presidencia después de haber hecho su campaña en base a materializar la paz haciendo concesiones y reformas a fin de integrar a las FARC en el sistema. Sin embargo, la situación se fue deteriorando sobre todo con la nueva coyuntura mundial abierta luego del 11 de septiembre y de la victoria estadounidense en Afganistán.
El cierre de la zona de distensión abre un nuevo periodo. Al haberle entregado 42 mil kilómetros cuadrados a las FARC muchos halcones habían cuestionado el hecho que se otorgase a ésta una extensión territorial mayor que Suiza o El Salvador. El objetivo inicial era poder ir asimilando gradualmente a la guerrilla más antigua de las Américas a fin que vaya optando por el camino de la reinserción salvadoreña. Mas, la falta de mayores reformas y el desarme de los paramilitares fue empujando a as FARC a una actitud beligerante que ha llevado al grueso e la elite política Colombian a concluir que Marulanda estaría utilizando ésta como un recinto sagrado desde el cual organizar secuestros y actos de terror.
La nueva administración de Bush ha planteado que su nueva estrategia consiste en una ofensiva generalizada contra el terrorismo. Dicho viraje se consolida con la derrota de los talibanes y Bin Laden, el amplio apoyo internacional e interno concitado por Bush para sus acciones bélicas y los éxitos mostrados por las nuevas tecnologías militares donde es posible propinar significativos daños a los adversarios sin que se den muchas bajas en las FFAA norteamericanas.
La cruzada anti-terrorista debe permitir a las FFAA estadounidenses incrementar el presupuesto hasta equiparar al de los 15 siguientes ejércitos del mundo. A nivel político ha de consolidar el unilateralismo estadounidense y el modelo global neo-liberal.
Para el caso colombiano los EEUU han venido propiciando un Plan de ayuda militar destinado a erradicar el narcotráfico cuyo norte se ha ido convirtiendo en aplastar a la guerrilla que ampara a los campesinos cultivadores de coca. Después del 11 de septiembre la embajada estadounidense en Bogotá venía propagando la tesis que las FARC eran tan peligrosas como Bin Laden y éstas y el ELN están en la lista de las organizaciones terroristas perseguidas por el departamento de estado.
En las últimas semanas el candidato Alvaro Uribe, quien propicia una ruptura con las FARC y una ofensiva contra éstas, pasó de un segundo puesto hasta aglutinar más de la mitad de las intenciones de voto en las encuestas.
Los intentos de llegar a una solución negociada no han venido prosperando. Para el gobierno y los gremios empresariales colombianos la guerrilla es responsable de cientos de secuestros y de atentados contra caminos y servicios. En la actualidad la mayor parte de la opinión pública, en parte influida por la prensa y por una serie de acciones de la guerrilla, se torna hostil a las FARC. A éstas se le sindican de haber querido volar el abastecimiento de agua para Bogotá y una serie de obras de luz y caminos para la población civil.
Por otro lado las FARC acusan al gobierno de haber incumplido sus promesas. Lejos de desarmar al paramilitarismo, Carlos Castaño, el jefe de las poderosas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), aparece intocado y públicamente. En un reciente libro Castaño abiertamente reivindica sus métodos como contrarios a los derechos humanos y justifica el asesinato de miles de activistas de izquierda. Las FARC venían propiciando un gobierno de coalición multi-partidaria que les permitiese a ellos incorporarse en el sistema. Para lograr dicho propósito la guerrilla de Marulanda exige una serie de concesiones como parar privatizaciones, eliminar los escuadrones paramilitares, mejorar las condiciones de salario y empleo, moralizar al estado y darle una alternativa a los cocaleros. Sin embargo, las privatizaciones se viene acentuando queriéndose expandir éstas a los colegios. Hasta la fecha casi ninguno de los asesinos de más de mil sindicalistas ha sido procesado.
Muchos analistas partidarios de alcanzar la paz en base a la integración de las FARC al sistema sostienen que el modelo debe cambiar para preservarse. Los intentos el M19 y del brazo legal ligado a las FARC, la UP, de legalizarse conllevaron a asesinato de sus 2 candidatos presidenciales (Pizarro y Jaramillo) y de miles de sus activistas. El poder de las AUC ha aumentado tanto que controlan varias barriadas de Bogotá, Medellín y otras urbes donde no es posible ninguna voz disidente.(...)
(...)La nueva embestida militar contra las FARC se da simultáneamente con una ofensiva interna en Venezuela contra Chávez. Este mandatario ha sido acusado de coquetear con las FARC y ambos plantean una retórica bolivarianista y proclive a un entendimiento con Cuba. Bush necesita arrinconar a ambos para poder acabar con Castro.
El viaje de Bush al Perú el 23 de marzo busca unir a los países andinos tras dicho plan a cambio de ofrecer concesiones arancelarias.
La actual situación colombiana guarda ciertas semejanzas con el Perú previo a Fujimori. En los noventa una fuerte crisis social y económica fue revertida con la imposición de un modelo neo-liberal que utilizó al terrorismo como chivo expiatorio para justificarse. La tendencia en favor de Uribe marca una predisposición hacia un régimen duro y hostil a hacer concesiones sociales.
El problema es que la actual Colombia no es igual al Perú de inicios de la década pasada. En el 2000 los peruanos venían de experimentar una hiper-inflación aducida a un gobierno que aplicaba medidas proteccionistas y de retórica anti-imperialista. Por otra parte el senderismo tenía una línea de ataques contra el resto de organizaciones, incluyendo a la izquierda. En ese contexto había ciertas expectativas en una política de ajuste de los cinturones y de mano dura.
En Colombia la guerrilla apunta a tener 4 décadas, es mucho más fuerte, ha llegado a ser declarada como fuerza beligerante y tiene mayor potencia bélica, experiencia de gobierno y base social. El modelo económico en crisis es el neo-liberal, el mismo que se apuntaría a radicalizarlo. Por otra parte, hay otras fuerzas armadas poderosas tales como los paramilitares o los narcos.
La tendencia más probable es a la agudización de la confrontación, la misma que tenderá a tener efectos en toda la región. No se descarta la posibilidad que la actual mano dura sirva para detener el aluvión electoral hacia Uribe o luego para que las FARC sientan un arrinconamiento y entren a negociar en inferiores condiciones.

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